Pandemia, 4 años después

No toda epidemia se convierte en pandemia. Declarar una pandemia lleva mucho debate y el análisis de varios criterios. Definitivamente, cuando un virus se expande a más de una población, de forma tan rápida y efectiva, claramente se puede hablar de pandemia.

En marzo del año 2020 en Argentina comenzó el alerta. En ese entonces, el presidente era Alberto Fernandez, quien con el decreto 297/20 impone la cuarentena en todo el país. Había 100 infectados y 3 fallecidos. El Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio (ASPO), sumía a las personas a un encierro casi total, solo trabajadores esenciales podían circular (médicos, enfermeros, personal de apoyo y servicios de hospitales y sanatorios, servicios de recolección, policías y bomberos).

Sin embargo, había otras cuestiones esenciales que debían mantener su funcionamiento. Supermercados, autoservicios, farmacias, ferreterías e industrias como la alimentaria debían continuar con la cotidianidad y elevar los niveles de cuidados y prevención.

Mucho no se sabía de este virus que afecta al sistema respiratorio, pero no estaba claro qué otras contraindicaciones podrían surgir.

Rápidamente entendimos  que quienes padecían otras comorbilidades complicaban el cuadro y eran factor de alto riesgo de vida. Cuestiones que el personal de salud tuvo que aprender sobre el mismo protocolo aplicado para las atenciones básicas de esta patología.

Un desconcierto general reinaba en las sociedades, las personas, en los hospitales, en los sanatorios. Había mucho estrés, miedos, incertidumbre y preocupación. Claramente, se estaba en una crisis constante, una vorágine incontrolable. Las respuestas corporales no se hicieron esperar, todo se podía complicar, un estado de alerta permanente.

Los cambios de las rutinas eran inminentes, había que controlar la propagación del virus, muchos o pocos recursos, parecían no alcanzar, y el virus avanzó. Llegó a su meseta y de ahí comenzaron las decisiones que distorsionaron a la sociedad.

La primera flexibilización del ASPO se dió el 25 de abril del 2020, en localidades con menos de 500 mil habitantes. A estas decisiones, hubo innumerables respuestas, algunos con más pánico que otros, se comenzaba a notar el impacto psicológico y social que había tenido el aislamiento, la sobreinformación y el miedo. El desconocimiento generó muchas dudas y circulaba mucha información, algunas fehacientes, otras completamente falsas.

El 24 de junio de 2020, se decreta la DISPO, distanciamiento social preventivo y obligatorio en 19 provincias, de las 23 que conforman el Estado Nacional, valorando en este sentido, los controles y la cantidad de afectados en cada una. Esta medida habilitó a clases presenciales, partidos de fútbol sin público, vuelos de cabotaje y la reapertura de bares y gimnasios.

¿Qué nos enseñó esta pandemia?

Al sistema de salud pública le dejó un aprendizaje simple. El trabajo coordinado y en equipo da mejores resultados. El apoyo y la contención entre compañeros, hace más llevaderas las horas intensas y complicadas.

A la población en general, dejó un mensaje profundo en cuanto a la valoración del cuidado de los vínculos familiares y de amistad. Entender que las reglas de juego pueden cambiar a cada momento, y es por eso que debemos cuidarnos y respetarnos más entre los ciudadanos.