Pandemia de pantallas

La medida preventiva de aislamiento por la pandemia transformó diferentes aspectos de la vida diaria de las personas. Dentro de estos cambios, uno de los que mayor impacto tuvo fue el incremento del uso de pantallas digitales como reemplazo de actividades laborales, de estudio y cotidianas. Sumado a esto, la visualización de televisión en los niños se ha disparado desde que comenzó la pandemia, canales como The Cartoon Network, Disney Channel, Boomerang y Nickelodeon han reportado aumentos de visualización de hasta casi un 60 por ciento en una sola semana.

Respecto al uso de TV, el 55% de los niños pasan más de dos horas por día, a pesar de que numerosos estudios indican que la televisión de fondo juega un papel causal próximo reduciendo el tiempo de juego padre/hijo, distrae al niño, perturba la calidad y cantidad de horas de descanso y sueño y de cierta forma expone a los niños a noticias no controladas por el adulto.

En relación al uso de celulares, tabletas y computadoras, el 48,2% manifestó que los niños los usan más de 4h por día.

En RTS buscamos algunas respuestas, por eso consultamos con el Lic. en Psicología, Juan Manuel Leiva - MP. 1473 -, quien despejó algunas dudas.

La multiplicidad de pantallas tiene una consecuencia, sobre eso el licenciado nos explicó “la multiplicidad de pantallas es un tema bastante nuevo, entonces todavía se sigue investigando, no hay nada dicho que sea estrictamente compartido por todos los colegas, pero en general, lo que uno puede observar y sobre todo después del efecto post pandemia, donde los niños estuvieron más tiempo expuestos a las pantallas, es una falta de juego de otro tipo, en realidad hoy la pantalla viene a ocupar un montón de tiempo que antes el niño le dedicaba al juego, a jugar al juego simbólico, al juego con otros, al juego reglado, al juego compartido”. Y aclaró “esto obviamente afecta todo, como los niños hoy se vinculan, como los niños toleran la frustración, los tiempos, la velocidad de respuestas, la capacidad de poder simbolizar, poder traer el presente algo que no existe, esto que eso la pantalla lo elimina, y es a través del juego, del diálogo, a través de compartir con adultos o con otros niños que se recupera. Esto se ve en la adolescencia también, no solo en niños, a la hora de poder tolerar diferentes vínculos, diferentes frustraciones que presentan los vínculos, de poder encontrar estrategias para aburrirse y dentro de aburrirse, que es algo sumamente necesario para poder generar estrategias de creatividad, de poder dedicar el tiempo a buscar, a explorar, cosa que la pantalla elimina, porque resuelve”.

Todo esto tendrá una consecuencia, es por eso que preguntamos sobre cuáles son los efectos que se van observando y dijo “se está estudiando cómo afecta la capacidad de atención, la capacidad de respuesta, se piensa en niños que tienen una capacidad atencional muy elevada porque pueden prestar atención a un montón de cosas al mismo tiempo, pero al mismo tiempo, esa capacidad atencional en el tiempo se ha cortado. Hoy estamos acostumbrados a las respuestas rápidas, a no esperar siquiera una propaganda, porque puedo apretar para que se acelere (una propaganda o un video)”

Continuó explicando “de un tik tok, pasar a un mensaje de whatsapp, de un mensaje de whatsapp a un video de instagram, y esto hace que la atención no se focalice en un solo aspecto y que cuando algo no se resuelve de manera rápida, enseguida me frustro; como en la vida real no puedo apretar un botón para adelantar o para cambiar de video o escrolear, tengo que encontrar otras estrategias, que en general las vamos aprendiendo desde la más temprana infancia, que estos niños se han visto en dificultades de poder aprender y adquirir estas estrategias”.

Por último, le pedimos una visión de cómo se podría manejar estas cuestiones de obsesión o necesidad y expuso “yo no hablaría de obsesión, en realidad las pantallas son divertidas, son informativas, son entretenidas, cualquiera que tenga acceso restringido a algo divertido, entretenido, en algún punto se van a obsesionar, hablando muy en general. En realidad, no podemos hablar de una obsesión, hablamos de un recurso que hoy tienen los niños para manejar algo que ha atormentado a los niños desde siempre que es el aburrimiento, pero bueno, teníamos otras estrategias cuando no teníamos las pantallas y hoy que existe multiplicidad de pantallas, esta es la estrategia principal”.

Para finalizar aclaró “estrategias para controlar esto, la misma de siempre: poner límites, la estrategia básica, es poder limitar el tiempo que se dedica a las pantallas, poder también empezar a limitar lo que se observa en las pantallas; qué hago con toda esta información que acumulo y que al mismo tiempo deshecho constantemente como un proceso metabólico de información que recibo y expulsó y nada queda. Todo es pasajero y nada se cuestiona y nada nos interpela, pero la estrategia principal y que es la que más uno trabaja con los padres, con los docentes o con el mismo niño, es poder limitar los tiempos de exposición y la cualidad de la exposición a que exponemos cuando exponemos a las pantallas”.

En tanto propuso “qué posibilidades por fuera de la inmediatez de la pantalla tengo para divertirme, para entretenerme, a qué otras cosas puedo jugar, con qué otras cosas puedo reírme, divertirme; conocer bienes culturales por ejemplo, de qué otras formas puedo acceder a esto y con quién comparto todo este tiempo, pensemos que el tiempo en pantalla es un tiempo en solitario, quién está disponible para compartir ese tiempo libre que tengo para no caer en la pantalla, con quien puedo hablar si estoy en un bar y tengo que esperar que me traigan la comida y en vez de poner la pantalla me pongo a conversar con mamá, con mi hermano, con mi primo; o cuando estoy esperando el colectivo o me voy a dormir a la noche ¿qué puedo hacer? Me parece que las estrategias tienen que ver con pensar los adultos en qué otras cosas ofrecemos, qué otros recursos ofrecemos al niño para que pueda entretenerse y divertirse”.